En el campus de Somosaguas esta semana anterior ha estado
marcada por la agitación y la lucha que hemos llevado a cabo los estudiantes
organizados, que no estamos dispuestos a permanecer sentados en clase mientras
observamos como se desmantela al completo la Educación pública ante nuestros
ojos. Esta intensa semana de lucha ha culminado en una huelga estudiantil de 48
horas los días 7 y 8 de noviembre, acompañada de un encierro durante los dos
días en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología.
Desde las asambleas presentes en nuestro campus se ha venido
trabajando por hacer de esta fecha una movilización exitosa en la que, aparte
de paralizarse totalmente la actividad del campus, se realizó una demostración
de la firmeza que viene adoptando el estudiantado en lo que toca a la defensa
de un derecho innegociable como lo es el tener una educación pública y
gratuita. Creemos que, efectivamente, los jóvenes estudiantes de clase obrera y
extracción popular somos cada día más conscientes de que el único camino en el
que se puede aspirar a una victoria del estudiantado (y, por tanto, de toda la
clase trabajadora en su conjunto) es el que pasa por una lucha continua y
organizada, y por comprender que en la batalla por la educación pública no hay
más que dos posturas, enfrentadas e irreconciliables: o se está con el grueso
de estudiantes y los trabajadores de las universidades que queremos que no se
entierre la educación pública; o se está con los sepultureros de ésta, es
decir, con los empresarios y banqueros que junto a los órganos de poder e
instituciones a su servicio pretenden convertir la educación en un negocio para
ellos y un privilegio para nosotros. Como venimos denunciando desde hace tiempo
con el lema de “Insumisión o Dimisión”, los equipos de dirección de los centros
de estudio que decidan no declararse insumisos ante toda esta serie de medidas
y decretos antiobreros y antipopulares del Gobierno están jugando el papel de
enterradores de la educación pública al servicio de los empresarios y
banqueros, pues los estudiantes y trabajadores que sufrimos en nuestras carnes
esta política de guerra abierta a la educación pública sabemos que las “buenas
apariencias” y las “loables intenciones” distan mucho de significar un
compromiso real con estudiantes y trabajadores, como han demostrado entre otros
el rector de nuestra universidad, totalmente plegado a quiénes pretenden acabar
con la Universidad Complutense de Madrid.
Tras un trabajo de difusión y agitación en nuestro campus al
inicio de la semana, comienza el encierro la noche del día 6 siendo unos
120-130 estudiantes. Al día siguiente se realizaron piquetes informativos en
todas las entradas de las facultades del campus, consiguiendo modificar
sustancialmente la normalidad universitaria dentro de las facultades. Mientras
tanto, la mayoría de los estudiantes acudimos a situarnos en la carretera
aledaña a nuestro campus para visibilizar el conflicto en el exterior del
recinto. De ésta movilización los cuerpos represivos del Estado, en éste caso
la Policía Nacional, se habían prevenido infiltrando a varios agentes de
incógnito entre los estudiantes. Poco después de llegar los estudiantes al
lugar, la Policía Nacional cargó contra nosotros de manera desmedida y brutal,
aún estando dentro del campus (diluyéndose en el viento la declaración de
nuestro rector de que no iba a permitir un hecho similar al ocurrido el pasado
22 de Mayo). En ese momento, valiéndose de los infiltrados, detienen a un
compañero que estaba grabando la actuación policial. Sabemos que fue algo
totalmente intencionado por su parte, prueba de ello es que en ese mismo
momento uno de los policías infiltrados vociferó abiertamente que a partir de
ahora quien ose grabarles en cualquier situación parecida será objeto de una
especial represión. El compañero en cuestión fue liberado esa misma tarde, pero
ha sido imputado con los cargos de desórdenes públicos y resistencia a la
autoridad.
Con ese ambiente de miedo a la represión policial comenzó la
segunda noche del encierro, en la cual casi se dobló la presencia de
estudiantes, llegando a contar con unas
200 personas aproximadamente. Desde esa misma tarde el equipo decanal se había
puesto la misión de desconvocar la huelga, pero ante la rotunda negativa de los
estudiantes, decide amenazar con utilizar a la policía para expulsarnos
forzosamente de la facultad por la noche. Ante esta actitud amedrentadora y una
amenaza de tal magnitud, los estudiantes organizados volvimos a responder con
firmeza preparando aún más exhaustivamente la jornada de huelga del día
siguiente.
Las amenazas finalmente no llegan a efectuarse y en la
madrugada siguiente los estudiantes acudimos a cerrar todas las entradas del
campus. Estos piquetes, a los que se iría sumando una cantidad cada vez mayor
de estudiantes durante toda la mañana, estuvieron activos hasta el mediodía. A
esta hora se reúnen todos los piquetes y se empieza a hacer agitación en las
facultades del campus, especialmente en las clases en que se estuviera
vulnerando el derecho a huelga. En general, consideramos que este segundo día
de actividad tuvo un resultado realmente exitoso, habiendo conseguido cerrar
materialmente todo el campus y pudiendo desconvocar varios exámenes que se
habían puesto intencionadamente en esa fecha.
El éxito que ha tenido esta huelga estudiantil en el campus
de Somosaguas es palpable e indiscutible. No sólo por el hecho objetivo de
haber trastocado de manera contundente la normalidad académica en todas las
facultades que hay dentro de nuestro campus, tanto el primer día como el
segundo, pero especialmente este último; sino porque creemos también que esta
semana de lucha ha supuesto un avance en la determinación que muestran los
estudiantes de clase trabajadora a la hora de defender el derecho a una
educación pública. Se ha demostrado la irrealidad en la que viven las posturas
de neutralidad o de falso consenso entre intereses que son obviamente
incompatibles, pues la realidad de la universidad está rasgada de arriba a
abajo y es más evidente que nunca la existencia de esos dos intereses que son
antagónicos e imposibles de conciliar. Los estudiantes de Somosaguas vemos esa
realidad que se hace cada vez más patente a medida que se suceden decretos,
leyes y recortes que van propinando golpes cada vez más contundentes a la
educación pública. Los estudiantes de Somosaguas identificamos cada vez de
manera más acertada cual es el camino a recorrer, y sabemos que al cierre de
facultades o la privatización de las mismas solo es posible responder con la
lucha. Los estudiantes de Somosaguas sabemos que el campus es nuestro, sabemos
que los únicos necesarios para que la educación pública funcione son los
estudiantes y los trabajadores, y actuaremos en consecuencia: uniendo nuestra
lucha a la de los trabajadores dentro de la universidad sea cual sea su
situación laboral, su puesto de trabajo o si trabajan directamente para la
universidad o para una subcontrata. Los estudiantes de Somosaguas ya no tenemos
miedo, y lucharemos contra aquellos que también desde dentro de la propia
universidad ayudan a empresarios y banqueros a apoderarse de ella, aligerando a
éstos el trabajo. Por todas estas razones, desde los CJC consideramos un
rotundo éxito esta huelga estudiantil en Somosaguas, pero también consideramos
que hay que continuar dando pasos en pro de la unidad de las luchas
estudiantiles y de trabajadores dentro de la universidad, hasta convertir
políticamente a la comunidad educativa en una síntesis efectiva que pueda
llevar a cabo una lucha más contundente, más continuada y más visible en los
centros de estudio, y que pueda también servir de apoyo a las luchas que lleva
a cabo diariamente la clase trabajadora en todos los ámbitos de la producción,
cuyas contradicciones también se van agudizando cada vez más brutalmente. Los
CJC tenemos claro que solo mediante la lucha y la resistencia férrea lograremos
detener a quiénes pretenden que los hijos e hijas de los trabajadores no puedan
disfrutar de una formación académica y además convertir las facultades en
academias privilegiadas para empresas ávidas de mano de obra a la que explotar.
Para ello hemos de ponernos como objetivo el arrancarles la educación de sus
garras y devolverla a las manos de trabajadores y estudiantes, para que con su
gestión directa se siembre en los centros de estudio la semilla de una sociedad
nueva.
- CJC Somosaguas -
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