A día 17 de Enero, la Mesa
Sindical de la UCM (compuesta por CCOO, CSIF, CSIT-UP, SAP y UGT) registraba la
convocatoria de una huelga para los días 30 y 31 de enero y 5, 6, 13 y 14 de
Febrero, que afectará a toda la plantilla. El día 28, tras una nueva
negociación con el Rectorado, la Mesa Sindical acuerda desconvocar los dos
primeros días de huelga.
Desde los CJC saludamos positivamente
esta convocatoria, que entendemos como necesaria ante la brutal pérdida de
derechos laborales y calidad educativa que está sufriendo actualmente nuestra
Universidad. Entendemos que el recorte de 8’5 millones de euros que el
Rectorado pretende imponer a la plantilla, a través de unos presupuestos
aprobados con “nocturnidad y alevosía” en plenas vacaciones de navidad (con el
apoyo de todos los Decanos) supone una declaración de guerra contra
trabajadores y estudiantes. Situándose además en un contexto de degradación
absoluta de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y el
estudiantado, la huelga educativa, como método de respuesta más inmediato en
defensa de nuestros intereses, se convierte más que en una opción, en una
necesidad.
A pesar de ello, no podemos
dejar de señalar algunas críticas a la propia convocatoria, como la
unilateralidad por parte de las cúpulas sindicales a la hora de convocarla, así
como el escaso (o nulo) trabajo previo de concienciación y organización entre
el resto de la plantilla; los objetivos, meramente pactistas, de renegociación
de unos presupuestos en cualquier caso agresivos; la escasa vinculación con las
plantillas de las empresas subcontratadas, que suponen el sector más explotado
de la universidad.
Celebramos que en base a la
presión se haya conseguido arrancar al Rectorado determinados compromisos
destinados a mejorar parcialmente las condiciones de trabajo de la plantilla[1]. No obstante, esto solo
supone una conquista parcial, puesto que el dinero que se destine a esos fines
irá en detrimento de otras partidas, con lo que el resultado sigue siendo una
pérdida en la calidad de la universidad. Y no sólo eso, sino que el
mantenimiento de los salarios sigue sin estar garantizado (tal y como se
explica en el enlace). Opinamos que la lógica del “posibilismo” es perniciosa
para cualquier lucha que se inicie con aspiración a triunfar, pues en el juego
de la negociación te induce a asumir como tuyos los intereses del contrario, y
a exigir sólo aquello que se podría acordar, y no aquello que corresponde por
derecho. En este sentido, la desconvocatoria de días de huelga puede tornarse perniciosa, favoreciendo la desmovilización de la plantilla.
Entendemos que de no
enmarcarse en una estrategia de lucha más amplia, que consiga englobar otras
luchas particulares (desde la que mantienen actualmente los trabajadores de
mantenimiento en Somosaguas, la que iniciará en breves el sector de la limpieza
ante los inminentes despidos, la de trabajadores de librerías y reprografías…)
y a éstas con la reivindicación de una transformación revolucionaria de la
sociedad, cualquier lucha estará condenada en última instancia al fracaso. Es
por ello que hacemos un llamamiento a todos los trabajadores a dotarse de
estructuras organizativas que aseguren este avance: los Comités para la Unidad
Obrera, que superen las divisiones sindicales y garanticen el avance en las conquistas
de derechos.
Por nuestra parte, los CJC
declaramos que pondremos todo nuestro empeño en organizarnos con el conjunto
del estudiantado para apoyar estas batallas y todas aquellas que se den en el
marco de la defensa de los intereses de estudiantes y trabajadores. Entendemos
que la unidad entre ambos sectores es también un requisito para el avance en la
lucha, que esperamos que se materialice en la inminente convocatoria de una
nueva Huelga Educativa.
La organización y la lucha es
el único camino hacia una educación al servicio de obreros y estudiantes, y
hacia la única sociedad que puede garantizarla: el Socialismo.
¡Trabajadores y estudiantes
unidos por la Huelga Educativa!
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