El estudiantado en el campus de
Somosaguas ya se está preparando para la jornada de huelga que nos espera a la
vuelta de la esquina. Esta fecha viene acordada desde el pasado Encuentro
Social de la Educación que tuvo lugar en Barcelona, en el que se llegó al
acuerdo de utilizar la fecha para desarrollar una movilización estudiantil a
nivel estatal, que se ha materializado (en Madrid y otras partes del Estado) en
la convocatoria de huelgas por buena parte de las asambleas de base que trabajan
en las universidades de la Comunidad de
Madrid.
En nuestro campus es posible observar la
determinación que hemos tomado las y los estudiantes en cuanto a la necesidad de
una lucha sostenida y organizada para defender el derecho innegociable de la
educación. No en vano, desde el comienzo
del año escolar, las y los estudiantes de Somosaguas hemos vivido en nuestras
carnes un aluvión constante de golpes contra los servicios básicos que ofrecía
nuestro campus, siendo junto con las y los trabajadores de los centros, víctimas de la maniobra destructiva que busca la total degradación de la
educación pública y cierra las puertas de las universidades a los hijos de la clase trabajadora. Esta
maniobra, aún encabezada por el Gobierno, responde a los intereses objetivos de
la clase dominante, la burguesía española, de la mano de los grandes grupos
banqueros e industriales europeos, que en la Unión Europea tienen a su brazo
ejecutor. El estudiante y el trabajador ven cada vez más claro cómo los equipos
de gestión de los centros, al igual que las Fuerzas y Cuerpos de Represión, son
la punta de lanza de un aparato de dominación
con la única preocupación puesta en acumular más
beneficios, sin importar cuantas “víctimas colaterales” en forma de
facultades clausuradas, trabajadores despedidos y jóvenes en la calle queden
por el camino.
En nuestro entorno estos ataques
continuos pueden observarse individualmente: comencemos pues, por los recortes
que ha realizado la EMT en el transporte hacia el campus. La mayoría de estudiantes y trabajadores de las universidades públicas dependen de sendas
líneas de autobuses que se dirigen hacia Somosaguas, y la reducción de
vehículos hasta el mínimo ha provocado que colas descomunales para ir y venir
del campus se hayan convertido en una realidad diaria, que se hace
especialmente sangrante si consideramos como esto puede afectar a trabajadores,
que ven cada día como se descomponen sus condiciones de trabajo en los centros
y dependen económicamente de esas horas de trabajo que realizan; e incluso a los propios estudiantes, que tras
la astronómica subida de han visto como sus horas lectivas se han convertido
prácticamente en “artículos de lujo” que no pueden desperdiciar por no poder
llegar a tiempo.
Y, ¿qué nos encontramos en la facultad
tras un cuarto de hora de cola para poder llegar? Pues, entre otras cosas, con que una de las conquistas más importantes
que había logrado el estudiantado en nuestra universidad, la gratuidad absoluta
de las fotocopias (esencial para el óptimo desarrollo de la actividad
estudiantil) ha sido cercenada por el equipo de dirección. Primero, la Escuela
de Trabajo Social, en precaria situación económica, decide negar a su alumnado
el derecho a imprimir. A continuación, tras considerar el equipo de gestión que
ese penoso “apartheid” no era suficiente
golpe para las y los estudiantes, decide imponer un límite de impresiones
gratuitas de 200 folios anuales,
cantidad que cualquier persona calificaría de minucia insignificante. La
situación se vuelve más dramática cuando no se trata únicamente de jóvenes
estudiantes hijos de la clase trabajadora que se ven obligados a aportar cada
vez más dinero de sus bolsillos para poder formarse como trabajadores, sino que
también se está viviendo una situación en la que los sucesivos despidos y
rebajas enormes en el salario en nuestro centro como en otros se salda sin una
respuesta contundente por parte de
trabajadores y estudiantes unidos y organizados.
Nuestra pertenencia a la UCM hace que
esta situación se torne más amarga. La terrible situación económica de la
universidad, con su grave endeudamiento, ha sido dirigida por el rector con
firme “mano de hierro”: pero no para “salvar” a la universidad y para sortear
los obstáculos económicos, como mesiánicamente ha prometido en innumerables
ocasiones, sino para convertirse en el adelantado del Gobierno en cada recorte
y en cada despido. Su apuesta por gestionar la miseria y su total sumisión a
los intereses gubernamentales y privados no le dejan al estudiantado y la clase
trabajadora presente en la UCM otra opción que exigir al
equipo rectoral su inmediata dimisión.
Esta situación está alumbrando cada vez
más dos bandos antagónicos enfrentados sobre el campo de batalla que es la
Educación pública. Asistimos al espectáculo digno del peor esperpento en el que
el equipo de gestión de nuestra Facultad cierra filas en torno a la política de
sabotaje contra la comunidad educativa. Aquí no hay “Tierra de Nadie” ni queda
lugar para posturas intermedias: el carácter de la lucha por la educación
pública, incrustada en el engranaje que conforma la lucha de clases, hace que
ésta solo tenga dos resultados posibles dependiendo del bando que se erija como
vencedor: o la absoluta destrucción de la educación pública y la imposibilidad
del “hijo del obrero” de poder estudiar; o la liberación de los centros de
estudio de su carácter alienante y reproductivo del orden social burgués, que
solo puede lograrse con la transformación
revolucionaria de toda la sociedad desde sus cimientos. Esto, que sonará
para la mayoría de quiénes formamos la comunidad educativa como algo distante, lo
está más aún si seguimos evitando la confrontación directa y la obligación de tomar como nuestros los centros de estudio; si
seguimos apostando por la sumisión ante los equipos de gestión, el supuesto
“posibilismo” de distintas reformas, la resignación ante los distintos ataques
o la apatía ante la lucha y sus obstáculos cotidianos.
Por todo esto nos resulta comprensible
ver como los estudiantes de Somosaguas somos cada vez más conscientes de nuestro
importante papel en el guión de esta lucha, y con entusiasmo y determinación
enfrentaremos esta jornada de huelga del jueves. Desde CJC en Somosaguas
apostamos por que esta jornada sea un éxito y que sirva además de como
experiencia, también como antecedente que permita cada vez al movimiento
estudiantil adquirir una práctica más organizada y dotarse de herramientas de
lucha más eficaces. Aunque nos gustaría que esta convocatoria se hubiera hecho
extensiva al otro gran sector de la comunidad educativa: los trabajadores,
representados por PAS y PDI; también es una ocasión para continuar tendiendo
lazos de unión entre ambos sectores que nos permitan que nuestras luchas se
desarrollen en sintonía. En anteriores ocasiones en que las huelgas han sido
convocadas únicamente por los estudiantes se ha demostrado como incluso muchos
trabajadores no solo se solidarizaban sino que activamente participaban en
ellas, y viceversa. Deseamos que nuestro campus vuelva a ser ejemplo de esa
fraternal unión entre trabajadores y estudiantes en la lucha por su futuro.
Para
terminar, volvemos a señalar que la división no se encuentra en salvar
la educación pública o dejar que se derrumbe, sino en si queremos una educación
al servicio de los intereses del capital o una educación al servicio de los intereses de la clase trabajadora y el pueblo, y ésta sólo puede ser garantizada por la superación del sistema capitalista y la instauración del socialismo-comunismo.
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