lunes, 11 de marzo de 2013

HUELGA ESTUDIANTIL DEL 14 DE MARZO




El estudiantado en el campus de Somosaguas ya se está preparando para la jornada de huelga que nos espera a la vuelta de la esquina. Esta fecha viene acordada desde el pasado Encuentro Social de la Educación que tuvo lugar en Barcelona, en el que se llegó al acuerdo de utilizar la fecha para desarrollar una movilización estudiantil a nivel estatal, que se ha materializado (en Madrid y otras partes del Estado) en la convocatoria de huelgas por buena parte de las asambleas de base que trabajan en las universidades de la  Comunidad de Madrid. 

En nuestro campus es posible observar la determinación que hemos tomado las y los estudiantes en cuanto a la necesidad de una lucha sostenida y organizada para defender el derecho innegociable de la educación.  No en vano, desde el comienzo del año escolar, las y los estudiantes de Somosaguas hemos vivido en nuestras carnes un aluvión constante de golpes contra los servicios básicos que ofrecía nuestro campus, siendo junto con las y los trabajadores de los centros, víctimas de la maniobra destructiva que busca la total degradación de la educación pública y cierra las puertas de las universidades a los hijos de la clase trabajadora. Esta maniobra, aún encabezada por el Gobierno, responde a los intereses objetivos de la clase dominante, la burguesía española, de la mano de los grandes grupos banqueros e industriales europeos, que en la Unión Europea tienen a su brazo ejecutor. El estudiante y el trabajador ven cada vez más claro cómo los equipos de gestión de los centros, al igual que las Fuerzas y Cuerpos de Represión, son la punta de lanza de un aparato de dominación con la única preocupación puesta en acumular más beneficios, sin importar cuantas “víctimas colaterales” en forma de facultades clausuradas, trabajadores despedidos y jóvenes en la calle queden por el camino.

En nuestro entorno estos ataques continuos pueden observarse individualmente: comencemos pues, por los recortes que ha realizado la EMT en el transporte hacia el campus. La mayoría de estudiantes y trabajadores de las universidades públicas dependen de sendas líneas de autobuses que se dirigen hacia Somosaguas, y la reducción de vehículos hasta el mínimo ha provocado que colas descomunales para ir y venir del campus se hayan convertido en una realidad diaria, que se hace especialmente sangrante si consideramos como esto puede afectar a trabajadores, que ven cada día como se descomponen sus condiciones de trabajo en los centros y dependen económicamente de esas horas de trabajo que realizan;  e incluso a los propios estudiantes, que tras la astronómica subida de han visto como sus horas lectivas se han convertido prácticamente en “artículos de lujo” que no pueden desperdiciar por no poder llegar a tiempo. 

Y, ¿qué nos encontramos en la facultad tras un cuarto de hora de cola para poder llegar?  Pues, entre otras cosas, con que una de las conquistas más importantes que había logrado el estudiantado en nuestra universidad, la gratuidad absoluta de las fotocopias (esencial para el óptimo desarrollo de la actividad estudiantil) ha sido cercenada por el equipo de dirección. Primero, la Escuela de Trabajo Social, en precaria situación económica, decide negar a su alumnado el derecho a imprimir. A continuación, tras considerar el equipo de gestión que ese  penoso “apartheid” no era suficiente golpe para las y los estudiantes, decide imponer un límite de impresiones gratuitas de 200 folios anuales,  cantidad que cualquier persona calificaría de minucia insignificante. La situación se vuelve más dramática cuando no se trata únicamente de jóvenes estudiantes hijos de la clase trabajadora que se ven obligados a aportar cada vez más dinero de sus bolsillos para poder formarse como trabajadores, sino que también se está viviendo una situación en la que los sucesivos despidos y rebajas enormes en el salario en nuestro centro como en otros se salda sin una respuesta contundente por parte de  trabajadores y estudiantes unidos y organizados. 

Nuestra pertenencia a la UCM hace que esta situación se torne más amarga. La terrible situación económica de la universidad, con su grave endeudamiento, ha sido dirigida por el rector con firme “mano de hierro”: pero no para “salvar” a la universidad y para sortear los obstáculos económicos, como mesiánicamente ha prometido en innumerables ocasiones, sino para convertirse en el adelantado del Gobierno en cada recorte y en cada despido. Su apuesta por gestionar la miseria y su total sumisión a los intereses gubernamentales y privados no le dejan al estudiantado y la clase trabajadora presente en la UCM otra opción que exigir al equipo rectoral su inmediata dimisión.


Esta situación está alumbrando cada vez más dos bandos antagónicos enfrentados sobre el campo de batalla que es la Educación pública. Asistimos al espectáculo digno del peor esperpento en el que el equipo de gestión de nuestra Facultad cierra filas en torno a la política de sabotaje contra la comunidad educativa. Aquí no hay “Tierra de Nadie” ni queda lugar para posturas intermedias: el carácter de la lucha por la educación pública, incrustada en el engranaje que conforma la lucha de clases, hace que ésta solo tenga dos resultados posibles dependiendo del bando que se erija como vencedor: o la absoluta destrucción de la educación pública y la imposibilidad del “hijo del obrero” de poder estudiar; o la liberación de los centros de estudio de su carácter alienante y reproductivo del orden social burgués, que solo puede lograrse con la transformación revolucionaria de toda la sociedad desde sus cimientos. Esto, que sonará para la mayoría de quiénes formamos la comunidad educativa como algo distante, lo está más aún si seguimos evitando la confrontación directa y la obligación de tomar como nuestros los centros de estudio; si seguimos apostando por la sumisión ante los equipos de gestión, el supuesto “posibilismo” de distintas reformas, la resignación ante los distintos ataques o la apatía ante la lucha y sus obstáculos cotidianos.


Por todo esto nos resulta comprensible ver como los estudiantes de Somosaguas somos cada vez más conscientes de nuestro importante papel en el guión de esta lucha, y con entusiasmo y determinación enfrentaremos esta jornada de huelga del jueves. Desde CJC en Somosaguas apostamos por que esta jornada sea un éxito y que sirva además de como experiencia, también como antecedente que permita cada vez al movimiento estudiantil adquirir una práctica más organizada y dotarse de herramientas de lucha más eficaces. Aunque nos gustaría que esta convocatoria se hubiera hecho extensiva al otro gran sector de la comunidad educativa: los trabajadores, representados por PAS y PDI; también es una ocasión para continuar tendiendo lazos de unión entre ambos sectores que nos permitan que nuestras luchas se desarrollen en sintonía. En anteriores ocasiones en que las huelgas han sido convocadas únicamente por los estudiantes se ha demostrado como incluso muchos trabajadores no solo se solidarizaban sino que activamente participaban en ellas, y viceversa. Deseamos que nuestro campus vuelva a ser ejemplo de esa fraternal unión entre trabajadores y estudiantes en la lucha por su futuro. 

Para terminar, volvemos a señalar que la división no se encuentra en salvar la educación pública o dejar que se derrumbe, sino en si queremos una educación al servicio de los intereses del capital o una educación al servicio de los intereses de la clase trabajadora y el pueblo, y ésta sólo puede ser garantizada por la superación del sistema capitalista y la instauración del socialismo-comunismo.

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